Cuesta a veces conservar la paciencia y la estabilidad emocional. Te levantas, lees el periódico y empiezas a jurar en arameo; sales a la calle y si tienes que cruzarte con la administración te sube el nivel de adrenalina; y si finalizas el día viendo la tele quizás alcances un estado de excitación que no presagia nada bueno.... Por eso es fundamental vivir en estado de tolerancia, si tal circunstancia es posible. Tolerancia para enjuiciar el prójimo (aunque ya advirtió Jesús que no juzgues y no serás juzgado) y tolerancia con uno mismo. Se trata de armarse anímicamente para sortear a tanto indecente que nos asalta a todas horas y para controlar nuestras propias obsesiones y limitaciones. No sé, es probable que a estas alturas del año necesite unos días de descanso para liberar toxinas mentales. Seguiremos el régimen conocido: baños de mar, paseos, conversaciones con los amigos (cuidado con los temas) y lecturas diversas.
Reflexionemos sobre lo que pasa y se dice, sea lo que sea.