Ya lo hemos visto y leído. El PP ganaría las elecciones generales si se celebrasen ahora, sería el partido más votado. Por lo que respecta a las municipales, tiene posibilidades de gobernar un número importante de ciudades, significativamente Madrid o Valencia. Cierto que los populares sufren una sangría de votos, pero están ahí, luchando por mantener importantes cuotas de poder.
Échemos una ojeada al paisaje preelectoral. Parece que miles de madrileños están dispuestos a que los gobierne Esperanza Aguirre, ni más ni menos que Esperanza Aguirre. Me ahorro comentarios porque todos conocemos al personaje. También miles de valencianos parecen preferir a Rita Barberá, ¡Rita Barberá!, con lo que sabemos de las andanzas de la señora y del PP valenciano en su conjunto.
Por lo otra parte, los sondeos para las generales confirman lo que sostengo desde hace tiempo: aquí nadie dice que vota al PP, pero de golpe aparecen millones de ciudadanos que confían en los que han crujido a los trabajadores, han podado los servicios y las políticas sociales y se han afanado en echar una mano a lo bancos antes que a las personas. Por lo demás, tampoco parece que a esos millones de personas les importe que la dirigencia del PP cobrara sobresueldos o que el partido se financiara en B durante años.
La verdad es que no debería sorprendernos. En Andalucía llevan décadas votando a los mismos, los del PSOE, a pesar de los ERE´s y otras aves que vuelan al sur de Despeñaperros; o Galicia, con esa derecha guay y posmoderna que privatiza y recorta, pero que goza de buena salud todavía.
Seguro que los sociólogos y los especialistas en demoscopia podrían explicar esto. Yo, profano en la materia y observador de lo que pasa, solo puedo decir ahora lo mismo que se dijo de los españoles empeñados en reponer en el trono al felón de Fernando VII: ¡Vivan las caenas!
Échemos una ojeada al paisaje preelectoral. Parece que miles de madrileños están dispuestos a que los gobierne Esperanza Aguirre, ni más ni menos que Esperanza Aguirre. Me ahorro comentarios porque todos conocemos al personaje. También miles de valencianos parecen preferir a Rita Barberá, ¡Rita Barberá!, con lo que sabemos de las andanzas de la señora y del PP valenciano en su conjunto.
Por lo otra parte, los sondeos para las generales confirman lo que sostengo desde hace tiempo: aquí nadie dice que vota al PP, pero de golpe aparecen millones de ciudadanos que confían en los que han crujido a los trabajadores, han podado los servicios y las políticas sociales y se han afanado en echar una mano a lo bancos antes que a las personas. Por lo demás, tampoco parece que a esos millones de personas les importe que la dirigencia del PP cobrara sobresueldos o que el partido se financiara en B durante años.
La verdad es que no debería sorprendernos. En Andalucía llevan décadas votando a los mismos, los del PSOE, a pesar de los ERE´s y otras aves que vuelan al sur de Despeñaperros; o Galicia, con esa derecha guay y posmoderna que privatiza y recorta, pero que goza de buena salud todavía.
Seguro que los sociólogos y los especialistas en demoscopia podrían explicar esto. Yo, profano en la materia y observador de lo que pasa, solo puedo decir ahora lo mismo que se dijo de los españoles empeñados en reponer en el trono al felón de Fernando VII: ¡Vivan las caenas!
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